El placer de los enredos prohibidos
El placer de los enredos prohibidos
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¿Cuántos no hemos jugado, sin saberlo, un rol en una historia que parecía escrita por Netflix y el destino?
Y tú, sin planearlo, ya estás dentro: atrapado entre risas espontáneas, gestos minúsculos y una coreografía emocional que parece escrita a cuatro manos.
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Los primeros encuentros tienen esa dosis de magia incómoda: lo que no sale perfecto se vuelve memorable, y lo que incomoda… enciende.
O cuando alguien menciona que aún vive con su ex “por temas logísticos”, y el otro finge demencia emocional porque, bueno… ya pidió postre.
Juegos Mentales, Emoticonos y la Guerra de los Días Sin Responder
Cada conversación es un tablero táctico donde el primer que responde rápido corre el riesgo de parecer emocionalmente expuesto.
Los silencios largos se sienten como monólogos internos de telenovela: “¿estará ocupado o simplemente no le importo?”
Y cuando finalmente se concreta otro encuentro, ambos saben que han sobrevivido a una especie de casting emocional que solo ellos entienden.
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Tal vez los enredos son la verdadera forma en que el universo nos recuerda que seguimos vivos, atentos, deseando algo más.
El arte del enredo es vivir sin saber si esto es amor o una gran anécdota para contarle al terapeuta.
Déjate llevar. Vive el caos. Bésalo con humor.
Porque a veces, lo más emocionante no es saber a dónde va la historia, sino perderse putas bogotá bonitas con alguien en el intento.